RECORRIENDO EL VADO
Disfrutar el caminar por la Avenida Costanera del Rio Dulce el ir hilvanando
una historia con el tiempo del 6×8. Y él estaba así, empujando el agua,
sintiéndose observado. Venía desde el norte y el silencio abrumador cuando no
entra un pensamiento que oriente el destino de mis pasos. Apartándolo del
sonido de los automóviles que corren por la autopista para disfrutar al
recorrer el vado del Dulce, refrescándome los pies, estar a solas con él y al
cerrar los ojos ya adentro, empapado, tratando de absorber el misterio. Alguien
me contó que si te concentras en ese silencio es muy seguro que escucharás al
indomable, al dorado cuando pega un salto y da un golpe al aire, porque él
viene enfurecido peleando en la corriente.
Los que experimentaron esas verdaderas “Tardes Amarillas” con 40 grados a la
sombra y que tan bien nos presentara Dalmiro Coronel Lugones, llenando tu alma,
con ese aroma maravilloso de tierra mojada, con el “Achalay” que se escapa
entre los dientes cuando sientes que pasa el aguacero y te dan ganas de hacer
nido de barro como el hornero” como nos diría Cristóforo Juárez, pensando que
lo peor ya pasó y te pones a disfrutar con otra sonrisa, respirando libre.
Así conocieron un día al Vado del Río Dulce. Se nos viene a la cabeza los
grandes ríos de La Argentina, como son el “Paraná” o el gran “Río de la Plata”.
Pero nuestro Rio Dulce, en la provincia más antigua y melodiosa, con su propio
encanto, y quizá esa sea la clave de la riqueza cultural, la que genera esa
atracción inevitable para poder despertar a los arcanos y curiosidades que nos
hace compararlo con esos ríos internacionales como el Jordán que fuera
escenario de tantos eventos y acontecimientos bíblicos, para terminar
respetándolo y sintiéndolo humilde y .milagrosamente dulce.
De oídas lo había oído; Mas ahora mis ojos lo ven. Porque ahora camino en el
Misterio del Vado y voy descubriendo lo que el corazón necesita para
desarrollar la felicidad física y mental, porque me entregué y descubrir su
fastuosidad al recorrerlo, metro a metro, en sus más de 800 kilómetros de vida
y que al transitar por nuestros campos va entregando sentimientos que El
Creador inspira.
Transitándolo revelas sensaciones que solo el hombre puede expresar, y te anima
a continuar, a desafiar.